Los métodos
alternativos para la resolución y la transformación de conflictos están
siendo usados por varias comunidades en el país para tramitar de manera
creativa y constructiva los conflictos que se presentan: desde los
familiares hasta aquellos entre grandes petroleras y poblaciones.
No
hay una sentencia o un fallo judicial, sino un acta de conciliación o
simplemente un apretón de manos. Este puede ser el resultado de un día
de trabajo de un promotor de convivencia, luego de ayudar a resolver una
pelea en una familia o las disputas entre vecinos o los conflictos
entre líderes de organizaciones sociales y de empresas, cuando sus
diferencias han creado un clima de hostilidad.
Para
los promotores de convivencia, cada día es diferente, aunque su
herramienta de trabajo es la misma: métodos alternativos de resolución
de conflictos, que muchas comunidades ya están usando para evitar largos
procesos judiciales.
Otras
comunidades, entre tanto, avanzan en procesos de transformación de
conflictos para situaciones de mayor complejidad, como las
confrontaciones que surgen por el usufructo de recursos naturales, por
la distribución de los recursos públicos o por la implementación de
grandes proyectos de infraestructura y de generación de energía. Son
procesos orientados no solo a resolver el episodio del momento, sino
especialmente a transformar la relación entre las partes enfrentadas
para crear nuevas condiciones en la sociedad.
En
otras poblaciones, el compromiso es con la filosofía de la noviolencia.
Por ello, han incorporado la solución pacífica a todas las situaciones
difíciles que enfrentan, desde los desacuerdos que abundan en la vida
cotidiana hasta las situaciones humanitarias producidas por los grupos
armados.
Estas son algunas experiencias para contener la violencia. ¿En qué consisten y cómo se desarrollan?
Métodos de resolución de conflictos
“Su
guía no es un código legal, sino la sabiduría para generar diálogo
entre partes enfrentadas”, señala Julia Isabel Eslava, directora de
políticas de desarrollo, del Centro de Proyectos para el Desarrollo
Cendex de la Universidad Javeriana.
Es
el diálogo, entonces, la principal herramienta de los métodos
alternativos de solución de conflictos, instrumentos que legalmente
existen en el país, que tienen respaldo institucional y que buscan
solucionar los conflictos en forma ágil y facilitar el acceso de las
personas a la justicia.
Estos
mecanismos se llevan a cabo en los centros de conciliación y en los
puntos de atención comunitaria, promovidos por alcaldías municipales y
el sector privado.
En
los centros, la atención es ofrecida por profesionales y las
diferencias se resuelven según lo establecen las normas. Y en los puntos
de atención, el proceso está a cargo de los promotores de convivencia,
personas que la comunidad selecciona por sus cualidades y habilidades
para dirimir conflictos locales y que reciben capacitación en resolución
de conflictos. Los promotores llevan a cabo procesos de mediación
comunitaria y conciliación en equidad y buscan lograr acuerdos basados
más en principios de solidaridad que en la aplicación del derecho.
En
el desarrollo de estos mecanismos, varias son las claves en la
resolución de conflictos. Una, partir de la identificación de las partes
involucradas, que muchas veces no son solo dos, sino otras con
influencia sobre estas. Dos, clarificar los ejes del problema, ya que
muchas veces el conflicto es solamente un episodio en un ámbito que
contiene divergencias más sustantivas. Tres, la neutralidad del
facilitador y su habilidad para crear un ambiente de respeto y confianza
desde el inicio del proceso. “El facilitador debe procurar que se
genere un equilibrio de poder que permita a cada uno negociar en
condiciones de igualdad con el otro y orientar la búsqueda de acuerdos
hacia la solidaridad y la reparación de las relaciones rotas”, agrega
Eslava.
La
propuesta es que los mecanismos alternativos de resolución de
conflictos sirvan para identificar los motivos de controversia, se
pongan en la agenda pública y transformen culturalmente las vivencias de
la gente.
Los
30 años de Ricardo Esquivia, director de la Asociación Sembrando Paz,
con sede en Sincelejo, Sucre, en la resolución de conflictos lo llevaron
a concluir que “la principal herramienta de la resolución de conflictos
es el diálogo, pues a través de este uno puede modificar las
situaciones”.
Este
diálogo debe estar orientado a comprender las necesidades y el punto de
vista del otro y a que cada una de las partes exprese con claridad sus
intereses y determine cuáles de ellos son negociables y cuáles, no.
Dado
el rol que están cumpliendo los centros de conciliación y los puntos de
atención comunitaria, en la actualidad se busca que trasciendan su uso
como instrumentos para apaciguar las dificultades y generen reflexiones y
procesos de transformación social.
Por
ejemplo, la mayoría de los conflictos que atienden los promotores son
casos de incumplimiento en el pago del arriendo por parte de personas
desplazadas o reinsertadas, dice Eslava. “Es un problema para quien
arrienda, para ellos y para otros en situación de pobreza que son
solidarios obligados. Este es un problema social que va más allá de
resolver el conflicto entre el arrendatario y el arrendador”.
La transformación de conflictos
Los
conflictos más que problemas o situaciones excepcionales “son una
dinámica normal y continua en las relaciones humanas y son motor de
cambio”, ha escrito el experto Juan Pablo Lederach. “Lo que no es normal
es que se resuelvan por medio de la violencia”, agrega Johan Galtung,
mediador internacional.
Para
ellos, los conflictos ya no deben ser considerados una expresión
indeseable del comportamiento social, sino un insumo que puede
aprovecharse para la transformación positiva de la sociedad. Por esta
razón, según Galtung, no es suficiente un acuerdo para superar un
conflicto. Si se quieren soluciones sostenibles, es preciso avanzar de
manera creativa hacia lo que él llama trascendencia, con el fin de ir
más allá del acuerdo y “abrir nuevos caminos de concebir esa relación
social en la formación del conflicto”.
Esta
transformación del conflicto se puede desarrollar con la facilitación
de un tercero o fruto de procesos de construcción de sociedad, como las
comunidades que practican los principios de la noviolencia.
1. Con la facilitación de un tercero
En
un proceso orientado a la transformación de conflictos, lo primero es
nombrar un facilitador en el que las partes tengan confianza y
credibilidad. Después, identificar con claridad esos actores clave, las
influencias o presiones que reciben y sus intereses, en orden de
prioridad.
La
confianza es fundamental y a veces requiere crear alternativas para
lograrla. Así quedó demostrado, por ejemplo, en el caso del río Guarinó,
en la región oriental de Caldas, donde el uso de la gran riqueza
hídrica del territorio se ha convertido en fuente de conflicto entre
quienes utilizan el agua para la generación eléctrica y quienes la
emplean como fuente de trabajo, de consumo y de recreación.
La
creación de confianza entre organizaciones sociales y la empresa
constructora de la hidroeléctrica fue un paso difícil. El facilitador
–labor asumida por el proyecto Cercapaz de la agencia de cooperación
alemana gtz– convocó a “dos actores que generaran confianza entre las
partes en conflicto y tuvieran capacidades de moderación social para que
promovieran un diálogo no violento y la búsqueda de alternativas”,
afirma Peter Hauschnik, director de Cercapaz. Así, los “actores
confiables” fueron el Programa de Desarrollo para la Paz del Magdalena
Centro (pdpmc) y Corpocaldas, quienes lograron convocar a todos los
actores enfrentados.
Otro
aspecto fundamental en la transformación de conflictos es la
creatividad para encontrar puntos de encuentro y posibles salidas. En el
caso del río Guarinó, el facilitador convocó a los actores en conflicto
a discutir un tema distinto al que motivó la polarización de intereses,
pero relacionado: la recuperación de la cuenca del río. La búsqueda de
alternativas para esa recuperación ha permitido que los actores
enfrentados efectúen algunas acciones conjuntas y disminuya la
desconfianza mutua. “El camino apenas empieza, pero quizá el encuentro
de los actores en una acción de interés común permitirá distender la
polarización y, en un futuro, llevará a que se aborden todos los temas
relacionados con el aprovechamiento del agua en la región”, continúa
Hauschnik.
Otra
clave de la transformación de conflictos es contar en el proceso con
las personas y entidades que tienen poder de decisión para producir
cambios. Y así lo demuestra el caso de la Mesa Petróleo, Región y Paz,
que se instaló en Barrancabermeja como un espacio que hiciera posible el
diálogo entre Ecopetrol y la Unión Sindical Obrera, uso. Con la
facilitación de la diócesis de ese municipio, esta Mesa cuenta, en la
actualidad, con la participación de la Alcaldía de Barrancabermeja y la
Gobernación de Santander. “De esta manera se ha generado un importante
espacio para la participación ciudadana en torno al manejo de las
regalías del petróleo, en el que tenemos puesta nuestra esperanza”,
afirma el padre Eliécer Soto, facilitador de la Mesa.
Tanto
en el caso del río Guarinó como de la Mesa Petróleo, Región y Paz, la
facilitación de terceros ha logrado avances en la transformación de las
relaciones entre las partes y abrir nuevos espacios para el diálogo y la
participación ciudadana, que pueden ser la base de cambios sustantivos
hacia adelante.
2. La transformación de conflictos, un estilo de vida
Mientras
para algunos los métodos de resolución o transformación de conflictos
son maneras de intervenir ciertas situaciones, para las comunidades que
han adoptado la ideología de la noviolencia esta es su forma de vida.
Esta
corriente ideológica “enfatiza la importancia de construir relaciones
correctas y estructuras sociales mediante un respeto radical por los
derechos humanos y la vida y aboga por la noviolencia como una forma de
vida y de trabajo”, escribe Lederach en su obra El pequeño libro de la
transformación de conflictos.
Una
característica de quienes han adoptado tal ideología es su cohesión con
la comunidad, además del desarrollo de prácticas colectivas cotidianas
orientadas a la transformación de los conflictos. “En la medida en que
las comunidades se encuentran en espacios de conversación y diálogo
colectivo, van desarrollando mecanismos para que sus problemas
cotidianos sean abordados de la misma manera”, afirma Jenny Neme,
directora de la ong Justapaz.
La
transformación de conflictos como estilo de vida implica trabajar en
tres dimensiones. “El nivel personal, para que cada uno pueda liberarse
de las cargas que el conflicto produce en su vida cotidiana; el nivel
comunitario, para gestionar las diferencias, y el nivel social, en el
que se establecen las políticas públicas, que deben garantizar los
derechos de las víctimas y promover cambios de las condiciones que
causan el sufrimiento de las personas”, afirma Pablo Stucky, coordinador
de proyectos de Justapaz.
En
el ámbito personal, la comunidad representa un papel de soporte y
especialmente si se trata de víctimas de agresiones. “Algunas personas
han recuperado su dignidad y su autoestima; han logrado perdonar y han
dejado su amargura, su resentimiento y su deseo de venganza”, dice Pedro
Stucky, pastor de la Iglesia Menonita de Teusaquillo, en Bogotá.
En
el nivel comunitario se trata de resolver en conjunto las necesidades
de sus integrantes para responder a los problemas de la vida real en las
relaciones humanas, que es un aspecto principal de la transformación de
conflictos, según señala Lederach.
Y
el nivel social se refiere a la gestión y la incidencia política
orientadas a avanzar en la garantía de los derechos de las víctimas, la
salida política al conflicto armado y el desarrollo humano integral.
Para lograr esto es necesario trabajar por “transformar las actitudes y
relaciones de la sociedad civil y las autoridades para mejorar la
interlocución y lograr la protección de la población afectada por la
violencia armada”, dice Marta Inés Romero.
“Este
abordaje de lo personal a lo comunitario y al ámbito social implica
procesos de transformación del individuo para fortalecer una cultura de
paz. Cultura que permitirá construir una visión conjunta de región y de
país y fortalecer el sentido de la construcción colectiva de lo público,
desde el principio del bien común y del ejercicio de derechos como
fundamento para la paz”, afirma Martha Inés Romero, coordinadora de
programa en la ong Catholic Relief Services.
La
experiencia en la transformación de conflictos ha demostrado que “no
basta con tener habilidades para resolver conflictos, pues la violencia
también se expresa en la pobreza y el hambre”, afirma Ricardo Esquivia.
Por eso, en Sincelejo, por ejemplo, la comunidad creó las asociaciones
para la vida digna y solidaria, Asvidas, en las cuales “las personas se
integran en proyectos que les permitan tener seguridad alimentaria y
educación y sacar adelante sus proyectos de vida”, dice.
Todas
estas son prácticas para la resolución y la transformación de los
conflictos que pueden servir para fomentar la convivencia y la formación
de una cultura de paz, ya que la experiencia ha demostrado que cuando
cambia cualquiera de las partes enfrentadas, el conflicto se va
transformando.
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