En lugar de dialogar, los vecinos prefieren
amenazarse, irse a los gritos o a los golpes para resolver sus problemas
de convivencia.
Según el Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana (CEACSC), el año pasado se presentaron 1.428 contravenciones en grandes conjuntos de edificios y el 37 por ciento (532 casos) de ellos fueron amenazas, insultos o agresiones físicas.
Lo preocupante no es que esa sea la vía más
usada para dirimir conflictos, sino que, con respecto a las registradas
durante el 2013, hubo un incremento del 41 por ciento de los casos.
El informe señala que el ruido excesivo
representó el 33 por ciento de las denuncias, con 464 casos, para un
incremento del 86 por ciento. El escenario perfecto para comenzar una riña.
Les siguen las basuras con 303 casos (21 por
ciento), el mal uso de las zonas comunes (5 por ciento) y los ruidos y
malos olores de mascotas (4 por ciento).
Los casos se concentraron en las localidades
más pobladas: Kennedy, Engativá y Suba, mientras que en la Candelaria y
Chapinero donde la construcción de propiedad horizontal está más
consolidada fue donde hubo menos reportes.
En una ciudad de ocho millones de habitantes
parece poco. Rubén Darío Ramírez, director del CEACSC, reconoció que son
solo denuncias a la Policía y que “el subregistro es alto, pues la
gente solo denuncia si está desesperada o las agresiones son
reiterativas”.
“Es poco probable que alguien que llama a la
línea 123 para quejarse de su vecino vaya al día siguiente a la Policía,
pues el trámite es engorroso”, dijo.
¿Qué pasa con la tolerancia?
Para Ramírez, “muchos de los que se trastean a conjuntos multifamiliares
ocupaban viviendas unipersonales. No están acostumbradas a vivir en
comunidad”, dijo el funcionario.
Convivencia y paz
El experto en cultura ciudadana de Corpovisionarios, Henry Murraín, dice que este es un tema clave,
pues “cada vez más, la gente vive en conjuntos y edificios y ahí la
convivencia será más tensa. Esto dice que la paz en Colombia no es algo
que llegue con los diálogos en la Habana sino que es más complejo”.
Murraín hace un diagnóstico preocupante: Según
él, la mayoría de la violencia en el país es urbana y el 40 por ciento
se da entre familiares y conocidos. “La violencia no es solo de grupos
al margen de la ley, sino una manera de ‘resolver’ problemas en
sociedad: se educa a golpes”.
No obstante, advirtió que no es un problema
solo de estratos bajos. “Es transversal a toda la sociedad”. Basta con
recordar lo que sucedió con David Manotas, en estrato 5, donde terminó
matando a un vecino que se quejó por el ruido.
No obstante, Hugo Acero, analista en temas de
seguridad advirtió sobre la ausencia de pedagogía en proyectos de
vivienda para personas vulnerables de la Nación y el Distrito.
“Llevar a un mismo sitio a víctimas del
conflicto exige cuidado. No se trata de no llevarlos a vivir juntos,
sino de preparar a las familias para vivir en convivencia, en comunidad y
en propiedad horizontal”, explicó.
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