El conflicto define al conjunto de dos o más
situaciones hipotéticas que son excluyentes: esto quiere decir que no
pueden darse en forma simultánea. Por lo tanto, cuando surge un
conflicto, se produce un enfrentamiento, una pelea, una lucha o una discusión, donde una de las partes intervinientes intenta imponerse a la otra.
Si definimos el término desde un punto de vista simple, podemos decir que un conflicto es una situación en la que dos o más personas no están de acuerdo
con el modo de actuar de un individuo o un grupo. Para que esta
situación exista es necesario que exista un desacuerdo que no haya
sabido resolverse. Por ejemplo: Si de una pareja una de las partes desea
ir a un lugar de vacaciones y la otra a un lugar diferente hay
desacuerdo, si acceden a charlar y resolver el problema de común
acuerdo, entonces el conflicto no se produce, lo contrario, si ninguno
da el brazo a torcer, sí.
Para el alemán Ralf Dahrendorf, un conflicto es una situación universal que sólo puede solucionarse a partir de un cambio social. Karl Marx, por su parte, ubicaba al origen del conflicto en la dialéctica del materialismo y en la lucha de clases.
Las teorias existentes sobre el conflicto social permiten entender la necesidad de contar con un cierto orden dentro de la sociedad, cuyos miembros deben integrarse. Para esto deben desarrollarse políticas de consenso e instrumentarse acciones de coerción.
El conflicto puede analizarse a partir de diversas perspectivas a nivel social. En general se lo entiende a través de la moral o la justicia,
con consecuencias negativas ya que puede destruir o hasta desintegrar
una sociedad. Se puede aceptar, de todas maneras, que el conflicto tenga
una función positiva gracias a su dinamismo (promueve el cambio
social).
Fuera de la política
o de la sociología, podemos entender al conflicto como algo mucho más
cotidiano y sin grandes efectos. Una pareja discutiendo por el manejo
doméstico del dinero, un alumno enfrentando a su maestra por una mala
calificación o dos amigos peleándose por cuestiones futbolísticas
estarán viviendo un conflicto.
“La mejor ley, él más excelente uso, el más útil que haya visto jamás
esta en Holanda. Cuando dos hombres quieren pleitear el uno contra el otro,
son obligados a ir ante el tribunal de los
jueces conciliadores, llamados hacedores
de paz. Si las partes llegan con un abogado y un procurador, se hace pronto retirar a estos últimos como se
aparta la leña de un fuego que se quiere extinguir. Los pacificadores dicen a
las partes: sois unos locos por querer gastar vuestro dinero en haceros
mutuamente infelices; nosotros vamos a
arreglarnos sin que os cueste nada. Si el furor por pleitear es sobrado fuerte
en esos litigios, se aplaza para otro día a fin de que el tiempo suavice los
síntomas de la enfermedad; en seguida los jueces les envían a buscar una
segunda, una tercera; si su locura es incurable, se les permite litigar, como
se abandona a la amputación de los cirujanos los miembros gangrenados; entonces
la justicia hace su obra”.
Voltaire
Antecedentes de la resolución de conflictos
El origen histórico de la resolución
de conflictos se remonta al origen mismo de la humanidad, comienza con la
existencia de, por lo menos, tres personas en el mundo. Por lo que su génesis
es la de la vida en comunidad.
Existen fragmentos filosóficos
presocrático, como los de Heráclito y Aristóteles donde se ha traducido que el
"conflicto es el promotor del cambio y a su vez es consecuencia de este.1
" y simplemente se necesitan dos seres, ya que el conflicto se caracteriza
por la dualidad adversario – adversario.
Tras la II Guerra Mundial se dio un
gran impulso al estudio del fenómeno antropológico, social económico y político
de la guerra, y se fueron modelando distintas teorías que tienen entre uno de
sus capítulos la “intervención de terceros". Estos dieron paso a la
llamada mediación/transformación/resolución de conflictos como la participación
de una tercera persona que promueva la conciliación y el acuerdo
autodeterminado por las partes en desavenencia.
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